Alrededor del 50 % de los matrimonios acaban en divorcio. Aceptar el divorcio de tus padres es una realidad compleja que afecta a la familia, si bien es cierto que causa mayores repercusiones a los hijos que a la propia pareja, sobre todo cuando estos hijos son ya adultos. La razón es que uno no ve las cosas de la misma manera cuando es adulto que cuando es menor.
Como adultos, somos más maduros y disponemos de muchas más herramientas para afrontar la separación de nuestros padres. Ahora somos capaces de controlar mejor nuestras emociones e incluso somos lo suficientemente conscientes como para aceptar los posibles desacuerdos que pudieran ellos tener como matrimonio.
Tras una ruptura, es bastante habitual que los padres comiencen una batalla en la que sin siquiera darse cuenta nos estén involucrando a nosotros. Una vez deshecha la relación, empieza a hablar mal el uno del otro, ambos comienzan una lucha en la que somos los principales perjudicados porque en ella, nuestra decisión es crucial. Ahora, querrán saber con quién pasaremos las vacaciones de Navidad y cómo repartiremos nuestro tiempo con ellos, así es que la responsabilidad, en gran parte, nos la estarán otorgando a nosotros.
Que aceptar el divorcio de tus padres es difícil, es una verdad, pero cuando se es mayor y encima se da este tipo de circunstancias la situación empeora aún más para nosotros como hijos.
En esos casos, no es mala idea sentarnos a escuchar a nuestros padres; si bien no debemos posicionarnos a favor ni en contra de ninguno de los dos. Basta con atenderlos y, cuando alguno trate de mencionar al otro, lo mejor será que no caigamos en el papel de intermediarios responsables. Ahora debemos ser imparciales y, al igual que ellos construyeron su futuro, nosotros debemos cosechar el nuestro, de modo que no podemos responsabilizarnos de aquellos desacuerdos que les llevaron a divorciarse.
Ser comprensibles en estos momentos es vital para ambas partes (hijos y padres), pues debemos hacerles entender que ellos no son los únicos afectados, pues el divorcio, al igual que otras pérdidas, también supone un proceso de duelo para nosotros, sus hijos.
La rotura de lazos afectivos entre nuestros padres es siempre dolorosa, por ello debemos hacer todo lo posible porque nuestros padres comiencen a entenderse entre ellos sin convertirnos a nosotros en víctimas de sus disputas o conflictos, ahora como ex-pareja.
Es cierto que no existe una guía que nos enseñe a ser buenos hijos ni tampoco nos dé pautas para ser buenos padres, pero si todos ponemos de nuestra parte, el duelo podría pasarse con menos dolor.
Y recuerda…
“Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento”.